28 de octubre de 2011

8. El oráculo de Apolo

En el santuario de Apolo se hallaba el oráculo de Apolo, donde se celebraron, a lo largo de la historia, numerosos rituales en honor al dios Apolo, el dios de la adivinación.
Delfos pudo convertirse en un admirable centro de información, ya que los peregrinos (en todas las épocas) afluían desde todo el mundo griego. De los oráculos dependían muchas decisiones humanas acerca de la salud y la enfermedad, la guerra y la paz, las colonizaciones y as migraciones los crímenes y los castigos.
Apolo era hijo de Zeus y benévolo para con los hombres, a quienes anunciaba los designios de su padre Zeus.
La Pitia era el <<médium>> entre Apolo y los hombres. Era la mujer que, en Delfos, sentada en el trípode, pronunciaba profecías en nombre de Apolo. Además, era designada por los sacerdotes de Apolo como “esposa del dios”, teniendo que vivir en el aislamiento y guardando una continencia absoluta.
Los consultantes (simples particulares o delegados de una ciudad) debían primeramente abonar un tasa (pélanos) y ofrecer un sacrificio (generalmente una cabra). Entre los consultantes, pasaban primero aquellos a quienes la ciudad de Delfos había concebido la promantia; dentro de cada uno de los dos grupos así determinados, se echaba a suertes el orden según el cual había de interrogar al oráculo.




Consulta pítica
Fuente: Red Historia



Los sacerdotes y los consultantes atravesaban el templo y bajaban al recinto subterráneo o manteion, formado por 2 salas. Se detenían en la primera sala, mientras que la Pitia penetraba sola en el adyton, donde tomaba asiento sobre un alto trípode. Separada de la primera sala por una puerta o una simple cortina, no se mostraba a la vista de los consultantes en el momento de profetizar, aunque sí era oída. Además del trípode, se hallaban en el adyton la piedra sagrada llamada omphalós, la estatua de oro de Apolo y la tumba de Dioniso/Baco.
Los antiguos nos hablan de una emanación telúrica (el pneûma) que se creía subía de la tierra por debajo del trípode y provocaba el delirio de la Pitia. Ésta, además, masticaba laurel (el árbol consagrado a Apolo).
Sin embargo, es posible que su <<éxtasis>> se obtuviera por un proceso de <<psicosis religiosa>> (que no era histeria necesariamente). Además, las respuestas de la Pitia eran frecuentemente inarticuladas y poco claras, y debían ser ordenadas e interpretadas por los <<profetas>>, quienes, la mayoría de las veces, las disponían en versos hexámetros.
Sin duda, el oráculo de Delfos eclipsó durante mucho tiempo a todos los demás santuarios oraculares de Apolo (como el de Colofón, Janto, Claros...).





Para más información, pueden consultar el PDF.


Bibliografía:
- GRIMAL, Pierre: Diccionario de la mitología griega y romana. Ed. Paidós Ibérica, Barcelona, 1981.
- DEVAMBEZ, Pierre; SCHUHL, Pierre Maxime; FLACELIÈRE, Robert: Diccionario de la civilización griega. Ed. Destino, Barcelona, 1972.
- MARCH, Jenny: Diccionario de la mitología clásica. Ed. Crítica, Barcelona, 2002.
- VIAL, Claude: Léxico de la antigüedad griega. Ed. Taurus, Madrid, 1983.
- LEVI, Peter: Grecia. Cuna de Occidente. Ed. Folio, Barcelona.
- ALVAR, Jaime: Diccionario de mitología universal. Ed. Espasa, Madrid, 2000.
- KOKKINOU, Sophia: Mitología griega. Ed. Intercarta.
- NOËL, J.F.M. y otros: Diccionario de mitología universal (tomo I y II). Ed. Edicomunicación, Barcelona, 1991.






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